Sierra Verde, amigable con el medioambiente

Hace dos años, el empresario Andrés Jaramillo llamó al ingeniero Manuel Estrada, a quien le propuso asumir el reto de construir un proyecto de vivienda en Barichara (Santander).
 

La idea de Jaramillo, conocido por su cadena de restaurantes Andrés Carne de Res, no era solo desarrollar en un predio de 10,5 hectáreas 16 casas y venderlas. El verdadero propósito era hacer la diferencia con una arquitectura sostenible, amigable con el medioambiente y con los habitantes de la región.
 

“Con esto claro y tras realizar los estudios y las evaluaciones de rigor, consolidamos la ecoaldea Sierra Verde, una iniciativa que no es invasiva, sino que busca dejar en este ‘lugar del descanso’ –ese es el significado de Barichara en lengua chibcha– un legado que demuestre el respeto por la construcción artesanal”, agregó Estrada.
 

Equipo de lujo
 

Con el fin de lograr el objetivo, al equipo también se sumó Ángela Jiménez, arquitecta y artista, quien identifica a este municipio como “un lugar auténtico y de arquitectura única”, con el cual logró desarrollarse profesional y familiarmente (vive allí con su esposo e hijos).
 

Explica que su interés por la arquitectura en tierra aumentó estando en Barichara que –asegura– día a día es una verdadera inspiración. 
 

“Las ventajas sostenibles de la tierra son infinitas; por eso, en el caso de Sierra Verde nos llevaron a elegir el sistema que ofrece muchas posibilidades para trabajar tapias pisadas o utilizar el bahareque y la estructura de madera como complemento”, explica.
 

Jiménez le agrega el esquema de bastiones, las cubiertas, los bloques de tierra compactada y el trabajo con caña en las puertas y ventanas (no se necesita vidrio), que permiten explorar variedad de alternativas con el valor agregado de que la gran mayoría lo provee la región y esa tierra, para muchos, bendecida.
 

Suma de esfuerzos
 

En la búsqueda de más aportes al tema verde y ecológico, Ángela Rodríguez, gerente de la empresa Nativa Desarrollo Sostenible y representante de la Fundación Montechico, llegó para consolidar el concepto sostenible.
 

“Desde el momento de elegir el material (la tierra), que por sus características bioclimáticas era el más adecuado, hasta la relación de la edificación con el entorno y el uso eficiente y racional de energía, el componente sostenible ha sido nuestro compromiso, solo negociable para mejorar”, anotó Jiménez.
 

“Esto también incluye la reutilización de aguas, la construcción de tanques de almacenamiento y, en general, el trabajo para garantizar la soberanía hídrica de Sierra Verde donde, de hecho, se presentan ahorros que oscilan entre 50 y 70 por ciento”, destacó. 
 

Por último, y dentro de un concepto humanista de la ecología, la trabajadora social Mariana Urrea se ha encargado de lograr los nexos entre la ecoaldea y la comunidad del entorno donde se construye, que está conformada por artistas, campesinos y artesanos.
 

Fuente: Redacción Gabriel Flórez - Vivienda EL TIEMPO